viernes, 8 de junio de 2018

LA CAÑAHEJA


FERULA COMMUNIS.



Ejemplar de ferula communis. Al fondo las sierras de Pujálvarez y Escalona.



Una habitual del Sureste, la Cañaheja, empezó a florecer a mediados de abril, llegando a inundar los campos. Especialmente las zonas de cultivo abandonadas.

Tiene un porte imponente, llegando a los tres metros de altura si las lluvias han sido buenas y en el momento adecuado.





Sus esferas, tienen un gran atractivo estético y constituyen un buen alimento para los insectos. Son un lugar ideal para observarlos. En una sola planta pueden verse decenas de especies distintas.



Son uno de los alimentos preferidos de las larvas de la bellísima papilio machaon.




          Por la forma de las umbelas (esferas) y hojas basales, hay quien confunde a esta planta con el hinojo, pero no hay mas que fijarse en el grosor de su tronco que multiplica por varias veces el del segundo. Si la tocas tampoco tiene su agradable olor anisado.

          Tiene un alto contenido de ácido ferúlico, principio que se utiliza en farmacia para tratamientos dérmicos (antiinflamatorio, antioxidante y bloquea la radiación ultravioleta en la piel) y aunque se ha utilizado como cataplasma para el tratamiento de contusiones, se recomienda la supervisión médica, dado que es muy venenosa. Esto explica porque se suelen ver las plantas intactas; los hervíboros la evitan.

          Cuenta la leyenda que cuando Prometeo robó a Zeus el fuego sagrado, lo escondió dentro del tronco de una cañaheja, porque su corazón con textura de corcho, tiene una combustión muy lenta.


Umbelas en desarrollo en el mes de marzo. Al fondo la sierra del Cristo.









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